Siete científicos de la Universidad de Purdue (EE.UU.) e investigadores ecuatorianos han creado un resucitador cardiopulmonar automático «con coste diez veces inferior a los dispositivos existentes» adaptando un motor de un taladro, ha explicado a Efefuturo el investigador Jorge Alfredo Uquillas.

El proyecto, desarrollado por un equipo multidisciplinar compuesto por estudiantes de ingeniería biomédica y medicina, surgió tras el terremoto que arrasó Ecuador en abril de 2016.

«Nos dimos cuenta de que la situación era desastrosa desde el punto de vista de apoyo tecnológico a la respuesta de emergencia médica», ha reconocido el profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad Internacional de Ecuador.

En aquel momento de emergencia «gran parte de los heridos entró en shock por lesiones que producían la pérdida de mucha sangre», una situación en la que el corazón «puede llegar a detenerse y hay que dar un masaje cardiovascular, el RCP», ha explicado Uquillas a Efefuturo.

Sin embargo, a pesar de que esta maniobra resultaba apremiante, «había muy poca gente disponible en el momento de respuesta inmediata para hacerlo de forma correcta».

Por ello surgió la idea de este proyecto, para el que los investigadores adaptaron el motor de un taladro común «que se puede comprar en cualquier ferretería», lo que ha permitido abaratar los costes del equipo, que no sobrepasa los 1.200 dólares.

Los reanimadores cardiovasculares automáticos en la actualidad cuestan entre 15.000 y 17.000 dólares y «para un país como Ecuador ese precio está fuera de cualquier presupuesto de hospitales públicos o privados», ha reconocido Uquillas, por lo que plantearon este proyecto a la Facultad de Ingeniería Biomédica de Purdue.

En él, un controlador automático programado con parámetros de la Asociación Estadounidense del Corazón maneja el motor eléctrico para que realice una flexión del esternón entre 5 y 6 centímetros unas 110 o 120 veces por minuto con un pistón situado en la línea media del pecho y sujeto con una correa debajo de la espalda.

A su vez, este equipo portátil dispone de una batería interna que permite una compresión por 45 minutos, «pero en muchos casos hace falta más tiempo de cuidados», ha reconocido Uquillas, por lo que su grupo ha diseñado el dispositivo de forma que se puede conectar a cualquier batería de 12 voltios de un vehículo o del motor de un bote salvavidas para casos de emergencia y atención sanitaria.

En la actualidad, tras ganar el primer premio en el Engineering World Health»s annual Design Competition 2017, el equipo trabaja en la patente de su invento, así como en la búsqueda de financiación para poder validar el equipo en modelos animales, ha explicado Uquillas.

Asimismo, este experto considera que iniciativas como ésta, en la que la universidad integra a diferentes investigadores y estudiantes en un mismo proyecto, «cada vez van cerrando más la brecha entre cómo se desarrolla la ciencia en universidades de primer nivel y las de Latinoamérica, que no cuentan con tantas posibilidades», lo que «permite que la ciencia avance».

En el proyecto también han colaborado los estudiantes Victoria Sell, Michael Dziekan, Shadman Jubaer y Sebastián Romero, así como los investigadores Asem Aboelzahab y Juan Camilo Mejía. EFE