El Ayuntamiento de la capital espera la autorización de la Comisión Territorial de Patrimonio para extender a todo el casco histórico las pinturas murales que se han empezado a desarrollar de manera experimental en el mirador del Troncoso, una de las zonas turísticas más visitadas y también más degradadas con pinturas indiscriminadas.

Tras la ejecución del Rincón de la Poesía en esa zona y a la espera de que se pueda intervenir en el mural de Claudio Rodríguez, la Concejalía de Cultura plantea también otras dos intervenciones que se llevarían a cabo de manera inmediata y para las que ya se han elegido los motivos que se quieren plasmar.

Por una parte, se pintaría el mural de la Rúa de los Notarios que está en el lado izquierdo de la calle, en el tramo más cercano a la catedral, donde se abriría un espacio pictórico para “La Trucha y el Barbo” por su ligazón a la historia y la leyenda de la ciudad y también por su vinculación al río. Por otra parte, en la calle Reina se colocarían diseños sobre la historia de Zamora, las etapas de la construcción de la catedral o hallazgos arqueológicos.

En una segunda fase se plantea extender el plan de muralismo a las fachadas degradadas de todo el casco histórico para lo que habría que realizar un inventario de los posibles espacios donde realizar las pinturas y, después, elegir los motivos. La idea, explicó Cabezas, es que los murales “tengan un hilo conductor” que no sería otro que la “identidad de Zamora” a través de historias, personajes y leyendas.

Las plazas de Santa Lucía y San Leonardo, el barrio de la Horta en su conjunto y las tapias del colegio Jacinto Benavente son algunos de los lugares que se barajan para esas primeras pinturas.

En una última fase, añadió, el plan de muralismo se puede abrir también al resto de la ciudad.

Ante el peligro de que este tipo de intervenciones puedan sufrir actos vandálicos como los que se han registrado en el mural pintado recientemente en el mirador del Troncoso, Víctor Hernández, promotor de esta iniciativa señala que se está buscando la complicidad de los autores de este tipo de pintadas para estudiar la posibilidad de incorporarlos al proyecto. “Creo que la vía no es sancionar sino educar, conocer las razones de quienes han hecho esas pintadas e integrarlos en el proyecto de alguna manera”, apuntó.

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