El club pistacho ensalza la trayectoria del jugador Octavio Magadán tras conocer su triste retirada

Cuando sonó la bocina al final del encuentro que medía al Rutas del Vino Zamora y al Amenabar Zarautz el pasado 14 de septiembre, nadie podía imaginar que sería la última vez que Octavio vestiría la camiseta pistacho. Ese día anotó 5 goles y, como tantas otras veces, fue el mejor jugador del partido. El lunes saltaba a la pista de nuevo a entrenar, como de costumbre. Un mal gesto y ya no pudo terminar la sesión. Luego las pruebas y las consultas médicas. Los diagnósticos y la incertidumbre. Y ahora, el desenlace. El que ninguno queríamos. El que viene a decir que un grandísimo jugador se ve obligado a abandonar la práctica deportiva en la plena madurez de su carrera. A los 34 años, en una gran forma física y con una experiencia que casi todos los jugadores del planeta querrían para sí: más de 25 años jugando a balonmano y pasando por todas las categorías de nuestro deporte en España.

Octavio llegó a Zamora en 2005. Entonces con apenas 19 años, retomaba con ganas un deporte que había decidido apartar tras no poder debutar en la máxima categoría con el club de su ciudad. Eran años de grandes presupuestos y de estrellas rutilantes, lo que hacía casi imposible que talentos de la casa pudieran vestir la camiseta del primer equipo. Hacer de sparring para los demás estuvo bien durante una temporada pero, con el tiempo, se hizo demasiado duro no competir con ellos.

Ya de pistacho, compitió 4 años en 2ª Nacional. En 2009 conseguía el ansiado ascenso a 1ª Nacional en Vigo (Pontevedra), categoría en la que el primer equipo del club se mantuvo durante otras cuatro temporadas. En mayo de 2013, en Soria, todo cambió. El destino dio un giro vertiginoso y el CD Balonmano Zamora disputaba una fase de ascenso de ensueño que llevaba a aquel grupo férreo y compacto de amigos a División de Honor Plata. Un grupo heterogéneo y plenamente amateur, alcanzaba una categoría semiprofesional y lo hacía como Octa, uno de los referentes del grupo, les había enseñado: con trabajo y mucha humildad; cobrando como aficionados pero esforzándose al máximo como los mejores profesionales de nuestro deporte; disfrutando como si el sueño se fuera a desvanecer al día siguiente.

Y, a partir de entonces, el ascenso a Asobal en Santander, el descenso en Zamora con una ovación de cinco minutos de la afición en pie en el Ángel Nieto ante Granollers, la fase de ascenso de Irún, el ascenso en Palma del Río, el descenso de nuevo contra Granollers, la fase de ascenso de Puerto Sagunto…

Tantos éxitos, tantas aventuras y emociones, que a cualquiera que nos hubiera contado esto en 2005 le habríamos tachado de loco de atar. Y siempre, con mando en plaza, Octavio. A su modo: discreto y ejemplar. Donde otros veían una oportunidad para seguir creciendo en otro club, él veía un reto para que su club siguiera creciendo.

“Octa nos ha hecho infinitamente mejores jugadores y, sobre todo, mejores personas. Cada temporada, cualquiera que fuera la categoría, concluía entre los máximos goleadores”, destacan desde el club.

Fue nombrado Mejor Debutante de la Liga Asobal en la temporada 2014/15 y pudo participar en el combinado de estrellas que se enfrentó a la selección española. “No se le recuerda un mal gesto en el campo, ni hacia un compañero, rival, árbitro o aficionado. Siempre con el respeto por bandera y con una sonrisa en la cara. La sonrisa de los jugones, que decía el gran Andrés Montes”, subrayan.

Una triste despedida que merece un gran homenaje de su club.

“Octa no vestirá más la camiseta de su club, pero todos los aficionados la podrán ver colgada con su número 9 en el Ángel Nieto. Un dorsal que ya nadie más vestirá en nuestro club en homenaje a un gran jugador y, sobre todo, a una gran persona que triunfó en su deporte como una persona normal. Gracias por permitirnos soñar”, pronuncian desde el Balonmano Zamora.

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