El esperpento de la sanidad zamorana bien vale una dimisión

El esperpento de la sanidad zamorana bien se merece unas cuentas dimisiones. Lo ocurrido en esta provincia en materia de atención sanitaria en estos años es de una gravedad tal, que si no fuera por la infinita paciencia de los zamoranos, habría tenido que desembocar en una protesta ciudadana de las que hacen historia. Ni más, ni menos.

Antaño se aguantaron años y más años de obras de remodelación en el Virgen de la Concha, con las excavadoras casi metidas en las habitaciones de los pacientes. Después vino el interminable arreglo del Provincial, con un caos absoluto en las obras y un impresentable ir y venir de servicios y consultas.

Y ahora, cuando los medios son los correctos. Llega la crisis de los médicos. Una gestión impresentable, por no emplear palabras más groseras, ha desembocado en comarcas enteras mal atendidas, profesionales saturados y exprimidos como si fueran becarios y familias desesperadas viendo como la Consejería de Sanidad maltrata a sus enfermos.

La última, la gota que colma el vaso, es la falta de oncólogos en el pomposamente llamado Complejo Asistencial de Zamora. Si, así de terrorífico y de grave. Faltan oncólogos.

Se excusa la gerencia en traslados, contrataciones y demás milongas. Y dice que no pasa nada, que se trata de cambios de agenda. ¡Y se quedan tan anchos!

¿Y los pacientes que están a la espera de diagnóstico? ¿Y los pacientes que diagnosticados están a la espera de tratamiento? Tratándose como se trata de una de las enfermedades más graves, crueles y dolorosas que pueden sufrir zamoranos no resulta presentable en este siglo apelar a la falta de profesionales.

Son gestores, cobran por ello sus buenos euros, tienen todo un presupuesto regional para gastar… pues gestionen.

Solo un apunte para estos “gestores” de la sanidad pública. En la privada… estarían hace tiempo en la calle.

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