El póker online ha crecido en España por primera vez a doble dígito desde la regulación del sector del juego online. Una recuperación después de cinco años de decrecimiento que se ha producido por la entrada en vigor de la liquidez compartida. Según los datos ofrecidos por la Dirección General de la Ordenación del Juego, el póker online ha crecido un 37% durante 2018 rozando los 82 millones de euros en GGR en el territorio nacional. Unas cifras que reflejan las buenas acciones realizadas en materia regulatoria durante este último año. De esta forma, el mercado español se ha convertido en un escenario más atractivo para los apasionados de los naipes.

Una serie de jugadores que pueden tomar como ejemplo a auténticos referentes del póker español en el panorama internacional, como Adrián Mateos o Ramón Colillas. El primero de ellos se convirtió en el mejor jugador de póker presencial del mundo en 2017, después de liderar los dos índices más reconocidos del mundo de los naipes: el Global Poker Index (GPI) y el Player of the Year (POY). Por su parte, el segundo ha conseguido hace apenas unos meses el premio más grande de la historia del póker español, embolsándose 5,1 millones de dólares en el PSPC 2019 celebrado en Bahamas.

El camino del éxito en el mundo del póker no es fácil, como ocurre en el resto de los nuevos de juegos de azar y en otras formas de entretenimiento. El propio Adrián Mateos reconoce que «para llegar alto tienes que pensar en póker todo el día». Un jugador histórico que ha conseguido más de 5 millones en premios por torneos presenciales, pero que a sus espaldas cuenta con muchas horas de estudio y práctica en los niveles más pequeños. Más allá de que la probabilidad es una gran parte del juego de cartas, la estadística y el conocimiento de todo lo que rodea al mundo de los naipes son factores fundamentales para convertirse en jugador profesional. Unos conocimientos que empiezan en elementos tan básicos como la propia baraja de póker.

El origen de la baraja de cartas

Los naipes, y por tanto las barajas de cartas de poker, fueron inventados en China sobre el siglo IX. Sin embargo, su popularidad tuvo lugar en el siglo XI, cuando se extendieron a lo largo y ancho del continente asiático, llegando incluso hasta Egipto. Una época en la que surgieron diferentes juegos de cartas, que se hicieron muy populares entre la población. Los naipes dieron el salto definitivo a Europa desde el propio país egipcio, ya que fueron importados por comerciantes italianos. Durante la Edad Media, las ciudades italianas desarrollaron las principales rutas comerciales a lo largo de las costas del mar Mediterráneo, debido a la inseguridad existente en las rutas de comunicación internas terrestres. De esta forma, los mercaderes italianos crearon barrios comerciales en países de Oriente Medio como Palestina o Egipto.

Los comerciantes italianos llevaron los naipes al sur de Europa en el siglo XIV. Sin embargo, otras teorías apuntan a España como el país de origen de su expansión por el continente europeo. Durante esa época, el territorio español contaba con una gran colonia de italianos, especialmente ubicados en el sur de la Península Ibérica, por lo que podría haber desembarcado a través de los continuos intercambios comerciales. En cualquier caso, los naipes llegaron al continente europeo en forma de descripción en los textos y relatos de los distintos viajeros, pero no como un objeto tangible. Uno de los documentos más reconocidos fue el escrito por Giovanni di Covelluzzo en las Crónicas de Viterbo donde afirma: “En el año 1379, ha llegado un juego de cartas a Viterbo proveniente del país de los sarracenos (nombre con el que se denominaba a los árabes en la cristiandad medieval), denominado Naib”.

La democratización de los naipes

A su llegada a Europa, los naipes sólo estaban al alcance de la nobleza, los burgueses y los comerciantes, que eran las únicas clases sociales que se podían permitir pagar a un pintor de miniaturas para que, en piezas generalmente de maderas, realizara a mano impresiones con referencias a oficios, orfebrería, trajes propios de la época o a la naturaleza. De esta forma, los naipes se convirtieron en transmisores de las costumbres y tradiciones culturales de los países europeos, ya que cada bajara de cartas contaba con sus diseños particulares.

El miniaturista dejó paso al artesano en el siglo XV, cuando se produjo la gran expansión de la xilografía. Un método de impresión realizado con una plancha de madera, donde los artesanos realizaban grabados en alto relieve a mano con un buril. Unos moldes de madera que eran coloreados sin pincel, es decir, con los propios dedos, dando pequeños toques de color sobre el grabado. La expansión de esta técnica hizo que los naipes fueran cada vez más asequibles para todas las clases sociales de la época.

A finales del siglo XVIII, el alemán Aloys Senefelder inventó el procedimiento de impresión conocido como litografía, que consistía en trazar dibujos y colorear sobre una piedra calcárea, por lo que los naipes llegaron a tener hasta 16 colores distintos. A raíz de estos métodos se produjo la democratización definitiva de los naipes en todos los países europeos.

La baraja francesa

El póker actual se juega con una baraja francesa, que consta de 52 cartas repartidas en dos colores, rojo y negro, y divididas en cuatro palos: corazones, picas, diamantes y tréboles. Cada palo consta de 13 naipes, nueve de ellos enumerados del dos al 10, con cuatro figuras: J, Q, K y A. Una bajara compuesta de 52 naipes que tiene su origen en Oriente Medio, donde eran pintadas a mano y constaban también de los cuatro palos que conocemos actualmente. La baraja francesa es la más reconocida en el ámbito internacional, ya que además del póker, con ella también se juega a otros juegos como el blackjack.

Uno de los errores más comunes de los jugadores que se inician en el apasionante mundo de los naipes es confundir la baraja francesa con la baraja inglesa. Francia fue el país que expandió las cartas a Inglaterra, por tanto, la baraja inglesa deriva directamente de la francesa. En 1628, Carlos I prohibió la importación de todo tipo de naipes con el objetivo de favorecer la fabricación nacional. A raíz de esta prohibición nació la baraja inglesa, que también consta de 52 cartas y los mismos palos. En cualquier caso, la clásica baraja francesa es la que se utiliza en las partidas de póker, unos símbolos que se convierten en la herramienta de trabajo de los mejores jugadores del mundo, que intentan en cada partida descifrar el libro mágico de los naipes.

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