Un pelotón menos numeroso de lo habitual, sin caravana publicitaria y con medidas de seguridad para evitar contagios

Son menos ciclistas, apenas llevan caravana publicitaria, y todo lo que rodea el discurrir de la carrera está marcado por el mantenimiento de medidas de seguridad para evitar contagios entre deportistas, organizadores y público. La ‘nueva normalidad’ ha llegado al ciclismo español y lo ha hecho para quedarse durante mucho tiempo.

Mascarillas, distancias de seguridad y mil limitaciones, que son protagonistas de la carrera pero que no ocultan lo verdaderamente trascendente de esta situación, que el deporte de alta competición ha vuelto a nuestras vidas y que tomando las oportunas medidas de seguridad se puede hacer ‘casi’ de todo.

Lo importante es que la Vuelta a Zamora supone el pistoletazo de salida para el ciclismo nacional, algo que debe de llenar de orgullo a los organizadores y a las instituciones zamoranas que la han hecho posible y que colocan al deporte español en el mapa nacional del deporte de las dos ruedas. Este año, las solicitudes de equipos que querían correr la Vuelta han abrumado a la organización, buena prueba de la trascendencia que este año tan anómalo la Vuelta a Zamora va a tener en el ciclismo nacional.

Aunque ayer la carrera dio comienzo con una contrarreloj por equipos, este miércoles ha arrancado ‘de verdad’ la Vuelta con la disputa de la primera etapa en línea en la que un pelotón menos numeroso de lo habitual recorrerá las carreteras provinciales en una prueba que durará hasta el viernes.

 

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