Pasará mucho tiempo hasta que los asistentes al espectáculo de stunt de Paulo Martínho olviden la experiencia pasada durante casi una hora de acrobacias. Con un frío que paralizaba sus manos, con lluvia, con el suelo mojado, le daba igual. El pilotó portugués ha demostrado que su destreza a los mandos de casi cualquier cosa que consuma gasolina no tienen comparación con casi nada de lo vivido en Zamora en los últimos años.

Con las motos y con su quad Martinho ha traspasado casi todos los límites de la cordura haciendo todo tipo de filigranas sobre un asfalta que no estaba precisamente para acrobacias.

Lo mejor, sin embargo, lo dejó para el final el piloto portugués. Al volante de un pequeño Mini sin neumáticos en el eje trasero Martinho ha protagonizado un inolvidable espectáculo de riesgo, habilidad y ruido que tardará tiempo en ser olvidado entre los aficionados al motor de la capital y los Motauros que este sábado se desplazaron desde Tordesillas a la capital para vivir una jornada de convivencia.

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