La Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago reclamó este sábado que la Junta de Castilla y León tome medidas para proteger la imagen del Santiago Peregrino que se encuentra en el exterior de la iglesia de Santa Marta de Tera.

Según el manifiesto leído tras el concierto celebrado después de producirse el fenómeno equinoccial, hace ocho años que los responsables de la parroquia trasladaron a la entonces  responsables del servicio territorial de Cultura, Elvira Fernández, su preocupación por la conservación de las imágenes de la iglesia.

Desde entonces, expresaron a través del manifiesto, diferentes colectivos (Diócesis de Astorga, expertos en Arte e Historia, asociaciones jacobeas, amantes del patrimonio, etc.) demandan de la administración autonómica “la adopción de aquellas medidas que considere necesarias” para preservar no solo esta imagen, sino también las otras dos que se conservan: la de San Pedro o San Juan –pues existe duda sobre su identidad ya que no presenta ninguna característica propia más que la propia apariencia–, ubicada en el lado opuesto de la misma portada sur donde se halla la de Santiago; y la de San Judas Tadeo, muy deteriorada, en la puerta occidental del transepto norte.

Aseguran que disponen de informes sobre seguridad y conservación solicitados a la Guardia Civil y a una empresa de restauración de bienes culturales en los que se recoge la necesidad de tomar medidas al respecto, proponiendo se reubiquen en un lugar más idóneo, que bien pudiera ser el interior de la iglesia o el museo del Palacio de los Obispos contiguo. Además, y para no alterar el impacto visual por el traslado, los originales se podrían sustituir por réplicas, tal y como se hizo en el año 1954 con la Virgen Blanca de la catedral de León.

“En cualquier caso, no olvidemos que las tres esculturas estuvieron colocadas en el remate de la antigua espadaña –hoy en día conservada en el jardín del entorno de la iglesia– y que fueron trasladas a su ubicación actual a comienzos de la década de los años 30 del pasado siglo con motivo de la rehabilitación llevada a cabo por D. Manuel Gómez Moreno y el arquitecto D. Alejandro Ferrant; de su emplazamiento anterior al de la espadaña nada se sabe”.

A la vista del expolio que sufre el patrimonio de la comunidad, continúa, con relativamente frecuentes robos y agresiones en sus tesoros artísticos (mosaicos romanos, columnas, capiteles…), la sociedad, sensible con sus bienes más preciados, demanda de los gestores la adopción de medidas para, de alguna forma, evitar que éstos se sigan produciendo, máxime cuando el valor de la obra trasciende mucho más allá del ámbito meramente local. Bien es cierto que tal vez el problema sea, en lo que respecta a Castilla y León, el excesivo número de elementos a proteger, pero sería imperdonable que después de más de una década de reivindicaciones se produjera algún incidente con la más antigua representación escultórica del santo patrón de los peregrinos por excelencia, la del propio Apóstol portando los elementos que caracterizan e identifican a los que caminan hacia la cripta de la catedral compostelana.

Recuerda, que la iglesia de Santa Marta de Tera se reviste de un halo de espiritualidad con la llegada del equinoccio, gracias a los conocimientos astronómicos del maestro constructor y a la intuición de D. Julián, el párroco de entonces, que descubrió este efecto lumínico en el año 1996. Constituye, sin duda, un atractivo más que añadir a los que posee este precioso templo, verdadera joya del arte románico zamorano.

Pero si hay algo que destaca sobremanera entre su patrimonio artístico es la imagen de Santiago Apóstol de la portada meridional. Fechada como del primer cuarto del siglo XII, está considerada como la representación pétrea más antigua de Europa –lo que viene a significar que lo es, prácticamente sin margen de error, del mundo–del apóstol revestido con los atributos propios del peregrino: bordón, escarcela y vieira; por ello se ha convertido en el icono por excelencia de la peregrinación jacobea einfinidad de veces reproducida.

No obstante, aún con toda su belleza plástica, no deja de ser más que una escultura, sometida a la acción de agentes externos (agua, hielo, cambios de temperatura, anidamientos de insectos y aves, microorganismos…) y vulnerable, no olvidemos, a posibles actos vandálicos.

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