Pocos trajes y muchos vaqueros. Pocas corbatas y muchas camisetas. Un soplo de aire fresco ha barrido ropajes y comportamientos encorsetados y anquilosados en otros tiempos pasados. A derecha a izquierda, hoy no había más que mirar a los concejales electos para comprobar que los tiempos están cambiando a toda velocidad.

Y si las indumentarias no eran las de antes, tampoco lo eran los comportamientos y las maneras. Gente con el puño el alto, como el concejal más joven de la corporación, Sergio López, se abrazaba afectuosamente con ediles de la bancada contraria en medio de un ambiente de distensión poco frecuente en estas ceremonias.

Guarido, tras tomar posesión como alcalde acudía en primer lugar a abrazar a su gran rival, la candidata del PP, Mayte Martín Pozo, que agradecía el gesto con un afectuoso achuchón.

Strieder, con sus tropezones y sus dificultades con el castellano arrancaba sonrisas a diestra y siniestra, mientras juramentos y promesas se sucedían ante una Constitución situada en el centro de un salón de Plenos atestado como en las grandes ocasiones.

Al final del Pleno, mismas sonrisas y mismo abrazos, mismo buen rollo en una toma de posesión que pasará a la historia por ser el de la normalidad más absoluta.

Quizá el alcalde distendió el ambiente con su cita a Pedrero, quizá fue su ‘Maneras de vivir’ de Rosendo, lo cierto es que para el final de la ceremonia, había en la sala instalada una ilusión renovada de un nuevo tiempo, de caras jóvenes y sonrisas fáciles.

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