El temporal ha golpeado con fuerza esta noche de Miércoles Santo, afectando sobre todo al desfile del Yacente, que ha desafiado a la lluvia procesionando dentro de una urna para proteger la integridad de la talla.

La procesión partió con retraso, a la espera de que mejoraran las condiciones meteorológicas. Finalmente, y pese a la lluvia, los responsables de la cofradía decidieron salir a las calles de la ciudad y corresponder así al enorme sacrificio que en la calle padecían los miles de fieles que se protegían como podían del temporal a la espera de la procesión.

Las velas se apagaban restando brillantes al desfile, pero ni un ápice de su magia y su sobrecogedora belleza. En las aceras el público se protegía bajo paraguas del chaparrón o metiéndose bajo soportales y aleros. Menos suerte tenían los cofrades, que sufrieron en sus túnicas y sus carnes una lluvia que les caló hasta los huesos.

Finalmente, y con un cierto adelanto sobre otros años, los hermanos entraron en una plaza de Viriato insólitamente oscura, para vivir uno de los momentos más bellos de la Pasión zamorana. El Miserere resonó esta noche más bello y emocionante que nunca y compensó de sobra el esfuerzo realizado por público y cofrades.

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