Sánchez se incorpora al Instituto de Biología Funcional y Genómica con una beca Consolidator Grant del ERC, la primera de este tipo en Castilla y León

El Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG, centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca) acaba de incorporar al biólogo zamorano Álvaro Sánchez, que está montando un nuevo grupo de investigación para desarrollar un proyecto financiado con una prestigiosa beca Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC), el primero de este tipo en Castilla y León. Su objetivo será estudiar las comunidades microbianas, es decir, agrupaciones de bacterias y otros microorganismos con infinidad de aplicaciones en el campo de la biotecnología.

Para optimizar el funcionamiento de estas comunidades microbianas “podemos utilizar la selección artificial, como tradicionalmente se ha hecho para la mejora de animales y plantas, adaptándola a los microorganismos”, explica el investigador en declaraciones a DiCYT. Sin embargo, la propuesta que ha obtenido la financiación de la Unión Europea, con dos millones de euros para los próximos cinco años, consiste en desarrollar un sistema que permita automatizar la mejor opción posible para cada proceso.

Los científicos que trabajan en este campo se enfrentan al “dilema del entrenador”, según Sánchez. “Si quiero producir un compuesto para favorecer el crecimiento de una planta u obtener una vitamina y dispongo de una colección de 100 bacterias, ¿cuáles debería poner en el biorreactor si quiero lograr el mejor resultado?”, se pregunta. En el fondo, es la misma cuestión que se plantea un técnico deportivo cuando analiza qué jugadores le darán el mejor rendimiento. En este caso, “el número de posibilidades es tan grande que no se puede probar una por una, así que nuestro objetivo es disponer de una herramienta para decidir qué es lo mejor que puedes hacer”.

Para explicarlo mejor, pone un ejemplo concreto. “En Brasil hemos trabajado con científicos que producían etanol gracias a la levadura Saccharomyces cerevisiae, con la que se obtiene este producto a partir de caña de azúcar”, comenta. Sin embargo, en ese proceso también hay bacterias y los investigadores pensaban que debían eliminarlas porque competían con las levaduras y restaban eficiencia. Sin embargo, “nosotros encontramos que algunas de estas bacterias estaban ayudando en el proceso, ya que producen nutrientes que ayudan a las levaduras a crecer”, añade. En este tipo de industrias, elevar la producción, aunque solo sea un 5%, puede resultar determinante para que un proceso biotecnológico resulte viable comercialmente.

Por eso, a través del proyecto europeo, el nuevo grupo del IBFG pretende “proporcionar unas herramientas matemáticas cuantitativas que permitan a la biotecnología microbiana ser capaz de optimizar procesos de manera racional y cuantitativa, que no sea simplemente prueba y error, sino que esté fundamentado en las matemáticas”. El resultado final, que se pondrá a disposición de la comunidad científica, será un sistema informático que permitirá que cualquier investigador pueda introducir sus datos y obtener una respuesta.

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