La producción de esta bodega boutique, que basa su estrategia en el valor y no en el volumen, ronda las 300.000 botellas al año.

Bodega Numanthia está de celebración. La cuna de vinos tan únicos y excepcionales como Numanthia y Termanthia, cumple 25 años. En este tiempo, la bodega con sede en Valdefinjas, en el corazón de la DO de Toro, y cuyo nombre rinde homenaje a la antigua ciudad de Numancia, cuyos habitantes prefirieron la muerte antes que la rendición ante la invasión romana, se ha convertido en todo un referente, siendo fiel a su historia y con una gran proyección hacia el futuro como una de las joyas del vino español.

A ello han contribuido, sin duda, logros como los de haber alcanzado 100 puntos otorgados por críticos internacionales, como Robert Parker (Termanthia 2004) y James Suckling (Termanthia Ipse), así como la frecuente inclusión cada año en el listado de los 100 mejores vinos del mundo de Wine Spectator. También el hecho de que, en 2008, el conglomerado francés LVMH decidiera adquirirla -es la única bodega del grupo en España- y, como no, la incorporación en 2015 de su actual director general, Lucas Löwi, quien, desde su llegada ha querido imprimir una visión muy ambiciosa a la bodega.

“En la búsqueda de esta visión,  identifiqué el desafío de iniciar una evolución en el estilo de los vinos, buscando mayor elegancia en nuestros blends mediante una cosecha más temprana, extracciones más sutiles, crianzas más respetuosas y guardando los vinos un mayor tiempo en botella antes de su lanzamiento al mercado. Hemos logrado una percepción icónica de nuestra bodega en todo el mundo”, destaca.

Presencia en más de 50 países

De hecho, buena parte de la producción de esta bodega boutique, que basa su estrategia en el valor y no en el volumen, ya que, como destaca el directivo, “para elaborar vinos de tan alta calidad en España, hay que mantener un volumen no mayor a 300.000 o 350.000 botellas al año” se destina, además de al mercado español, a más de 50 países, principalmente a Estados Unidos, México, China, Japón, Reino Unido, Alemania y Brasil.

Lo que no ha cambiado en este cuarto de siglo son los tres pilares que han hecho de Bodega Numanthia y de sus vinos todo un icono, como son el tiempo, la diversidad del terruño y el compromiso con el entorno. De esta manera, Numanthia es su vino insignia, una sutil mezcla de los terroirs más finos; y Termanthia es la máxima expresión de la bodega y de la tinta de Toro. Cada año las parcelas más selectas son seleccionadas para elaborar la nueva añada de este emblemático vino.

El tiempo, que es el que hace posible que los vinos maduren, adquieran su carácter y personalidad. Bodega Numanthia cuenta con algunos de los viñedos más antiguos del mundo, con cerca de 150 años, plantados en el siglo XIX, prefiloxéricos. Cuidar de ellos requiere de una precisión y de una experiencia extremas. El tiempo y la experiencia adquirida a través del tiempo hace posible que Bodega Numanthia sea lo que es.

Vinos diferentes con personalidades distintas

La tierra es la segunda de las bases fundamentales en su filosofía de creación del vino. Numanthia es la única bodega que representa en su totalidad la DO Toro, rica en más de 8 tipos de terruños, y que abarca toda la diversidad de esta DO. En sus parcelas, repartidas a lo largo y ancho de toda la DO y que suman cerca de 150 hectáreas, nacen vinos diferentes con personalidades distintas. Y es precisamente la combinación de todas ellas la que hace posible la excelencia de nuestros vinos. Así, Numanthia y Termanthia son dos expresiones de una única variedad de uva: 100% tinta de Toro, conocida como “la más tinta de las uvas tintas”, pero cada uno de ellos es profundamente diferente.

En su compromiso con la sostenibilidad, Bodega Numanthia está desarrollando un ambicioso plan para rehabilitar los hábitats de la fauna autóctona, además de contar con proyectos para preservar el patrimonio genético, así como un ambicioso plan de reforestación como parte de esa vocación y deseo de devolver a la tierra parte de lo que ella le da y aumentar así la biodiversidad en sus viñedos.

“Tenemos un compromiso medioambiental con la comunidad muy importante. Desde hace ocho años practicamos una viticultura completamente orgánica y, en la búsqueda de incrementar la biodiversidad y de enriquecer nuestros suelos, hemos iniciado un plan de reforestación en los alrededores de nuestras parcelas donde plantaremos 30 hectáreas de árboles de especies locales, buscando reducir nuestra huella de carbono”, destaca Lucas Löwi. Y concluye: “Mi misión es la preservación de un patrimonio único natural y cultural, el viñedo centenario no injertado de tinta de Toro. Cuidar de uno de los viñedos más antiguos del mundo es mi verdadero propósito”.

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