Apenas unas pocas llamadas por ruidos en viviendas y un par de sucesos callejeros marcan una de las noches más tranquilas de Semana Santa que se recuerdan

Noche de Viernes Santo en Zamora. Silencio absoluto en las calles y los parques. No hay gente por las calles esperando por el inicio de la procesión de Jesús Nazareno. Las terrazas de los bares están vacías y en San Martín reina una paz desconocida. Así ha transcurrido un año más, y ya van dos consecutivos, una noche de Viernes Santo marcada por la pandemia.

Las fuerzas de seguridad apenas han tenido trabajo, aunque han desarrollado por la mayor parte de la ciudad una incansable vigilancia encaminada a cortar de raíz cualquier intento de botellón masivo.

El trabajo de los agentes ha tenido sus resultados y apenas ha habido que registrar un par de llamadas por fiestas ilegales en pisos, atender a dos adolescentes bebidos y separar cuatro peleas entre jóvenes. Un balance muy alejado del que había que registrar otras noches de Viernes Santo en la que la presencia de gente en la calle era multitudinaria y había además que lidiar con el siempre polémico botellón de San Martín.

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