En medio del diluvio, los rojiblancos supieron leer el encuentro y aprovecharon sus opciones para ponerse con pleno de victorias.
Covadonga y Zamora se daban cita en el estadio Juan Antonio Álvarez Rabanal en la que, se presuponía, una apacible tarde de domingo, sobre todo, viendo la soleada mañana que tuvo lugar en la capital del Principado. Pero Oviedo guardaba una ingrata sorpresa: un diluvio durante toda la primera parte del encuentro que alteró las circunstancias del encuentro y modificó los planes de partido de uno y otro equipo.
Se preveía mucho balón largo en un campo pequeño, de césped artificial y ante un rival recién ascendido que a aspectos futbolísticos no está ni mucho menos cerca de los de David Movilla, pero que iban a ponerlo difícil en el aspecto físico. La espectacular tromba de agua que acompañó durante toda la primera mitad cortó de raíz cualquier planteamiento. El despeje, la prolongación y ganar la espalda eran las únicas opciones con balón en juego. Y aprovechar el balón parado, la otra opción para sacar tajada. Fue la segunda la que encontró el equipo de Movilla. En un balón de banda que colgó Carlos Ramos y que repelió la zaga, Juanan golpeó desde la frontal y Mancebo, queriendo o sin querer, consiguió desviar la trayectoria lo suficiente para marcar el 0-1 y poner al Zamora por delante.
Quedaba mucho partido, pero las condiciones del campo acercaban y mucho al Zamora a la victoria. Primero porque los de Movilla estaban leyendo el partido a la perfección, sin concesiones, muy sólidos, y con las ideas muy claras en ataque. Y segundo, porque la opción de sorpresa era mínima, por lo que con las mismas armas para ambos, el Zamora era mejor.
El descanso supuso el apaciguamiento del cielo. Dejó de llover, salió el sol, y el artificial del Álvarez Rabanal drenó lo justo para poder proponer más. Ahí el Zamora también se supo adaptar, también se impuso, y también marco. En una jugada de tiralíneas, Carlos Ramos dejó en un mano a mano a Joel Priego. El extremo catalán, que creció de manera considerable con el comienzo de la segunda parte, definió a las mil maravillas en el mano a mano para dejar sentenciado el duelo.
Con el 0-2, los de Movilla optaron por resguardar la ropa, buscar el error del Covadonga, y no correr más riesgos de los necesarios ante el esfuerzo físico que supuso bregar contra un césped encharcado durante tantos minutos. Y así, el Covadonga monopolizó la posesión, pero sin ocasiones. Solo una, de Omar Álvarez, que aprovechó un servicio desde la derecha para cabecear libre de marca, aunque la pelota se estrelló en el poste de un Fermín Sobrón ya batido.
Sin más historia, el Zamora cerró una nueva victoria de barro, trabajo y sacrificio. Los rojiblancos se ponen con seis puntos de seis en las dos primeras jornadas, algo que refrenda el buen trabajo de los pupilos de Movilla. Ahora, nueva prueba dentro de siete días frente al C.D. Guijuelo.