El portero riojano realizó una eliminatoria excelsa defendiendo la portería del Haro frente al Zamora. Cuatro años después, es uno de los dos grandes protagonistas de una nueva página histórica del club rojiblanco

El fútbol, en multitud de ocasiones, trae historias que difícilmente serían guiones de los mejores cineastas. Tal vez sea el caso de Fermín Sobrón. El de Baños de Río Tobía se formó en la Unión Deportiva Logroñés, con quien llegó a debutar en Segunda División B. Allí ya empezaba a despuntar su agilidad y su manejo de pies, una delicia para los amantes del fútbol moderno. Pero a Fermín siempre le pasó factura su estatura. Y es que, son pocos los que confían en un portero de 1,75 de altura.

Quizá por ello nunca se asentó en el bronce. De hecho, con 21 años, salió cedido al Villanovense, igualmente de Segunda B. En Villanueva de la Serena, lugar donde el Zamora también tiene escrita una página para el recuerdo, tampoco se pudo asentar el meta riojano, que regresó a Logroño antes incluso de finalizar la temporada.

La falta de oportunidades en el primer equipo obligó a Fermín Sobrón a bajar una categoría. En la 2018-19 recaló en el Haro Deportivo, uno de los puntales del grupo decimosexto de Tercera al que le perseguía un gafe en los play-offs: más de 10 consecutivos llevaba el cuadro albinegro hasta la fecha sin lograr el premio del ascenso. Paralelamente, en ese verano de 2018, el Zamora iniciaba un nuevo proyecto, ya con mucho más poderío económico, con el objetivo de volver al play-off primero y aspirar al campeonato después.

El nuevo Zamora, ya bajo la batuta de David Movilla rindió y de qué manera en el grupo octavo, y en la última jornada certificó el primer puesto. El azar quiso que el escollo fuese el Haro, que había finalizado campeón en La Rioja. Con la ida en un Ruta de la Plata engalanado para la ocasión, al Zamora le costó, pero tras encajar, se volcó sobre la portería de Fermín, que, a pesar de recibir dos goles, uno de Garban y otro de Asiel, dejó con vida a su equipo para tratar de dar la machada gracias a paradas de mérito.

En Haro, el Zamora fue incapaz de encontrarse en la primera parte, y tras encajar el gol que le dejaba fuera, se tiró al ataque, con mucho más corazón que cabeza, a intentar salvar el ascenso. Remate no hubo apenas, pero las llegadas y centros fueron infinitos. Allí emergió ese portero de 1,75 que se mostró infranqueable por arriba, con una seguridad portentosa en cada salida, y con una solidez impropia para un portero de esa categoría.

Fermín Sobrón atrapa un centro lateral del Zamora // ZCFoficial

Desde entonces, el nombre de Fermín Sobrón resonaba en forma de pesadilla en la memoria de una afición que aquel día, en plena tierra de vinos y en una localidad acogedora como es Haro, vivió uno de los palos más gordos de su historia. Aquel portero, no tan alto como los que predominan en nuestro fútbol, cortó de raíz cualquier opción y condenó al Zamora a seguir en la maldita Tercera División.

Tras la salida de Julio Iricíbar este verano, Fermín Sobrón, que se encontraba en Barcelona junto a su pareja, recibe la llamada de un número desconocido que, para sorpresa del guardameta, resultó ser el de David Movilla. Al acabar la conversación, Fermín ya sabía que quería jugar en el Zamora, y Movilla, que su portero de esta temporada tenía que ser Fermín Sobrón. Y por supuesto, según se anunció su fichaje, emergió el trágico recuerdo de Haro. Porque después de cuatro años, todo el mundo recordaba más que de sobra a Fermín.

El verdugo de Haro, el protagonista de uno de los partidos más crueles de la historia del Zamora, pasaba a defender sus colores. Y pronto iba a dejar registros de altura, porque no hay que olvidar que, en las primeras seis jornadas, no encajó ni un solo gol. Una cifra que supuso un récord en el fútbol español.

Fermín, después de unas cuantas horas, reconoce que “lo de ayer no te lo terminas de creer porque no sabes muy bien lo que ha pasado. Hoy ya empiezas a darle la importancia que tiene y agradeces haber podido vivir un momento así”. El portero, que sí que consiguió ser héroe en Logroño en un partido de Copa ante el Adarve, asegura que “tenía mucha más información de dónde podían lanzar los jugadores que partieron de inicio que los que finalmente lanzaron en la tanda”, lo que hizo también que la intuición cobrase su importancia.

Y donde especialmente la cobró fue en el penalti definitivo. El que le catapulta como icono del club rojiblanco. El encargado en lanzar fue Peque, que ya había anotado desde los once metros el 1-2 en la prórroga. “El único que paré fue un penalti que no sabíamos por dónde lo podría lanzar. Como era el mismo lanzador del partido, y me lo lanzó al medio, pensé que estaba presionado para repetir el golpeo. Creí que esta vez lo iba a cruzar y por suerte, acerté”.

En caso de no haber sido así, el Zamora hubiese tenido que llegar al quinto lanzamiento. Y quién sabe, si el propio Fermín, hubiese sido el lanzador. Primero, porque en aquella tanda contra el Adarve, tuvo que lanzar el de la muerte súbita, y transformó a la perfección. Y segundo, como él mismo confirma: “ayer digo que quiero tirar un penalti. Al final hay varios lanzadores de muchísima calidad en el equipo y yo me centré en lo que tenía que hacer que es pararlos. Luego si me hubiese tocado tirar, no hubiese tenido ningún problema”.

Con la parada a Peque, Fermín Sobrón volvió a escribir en la historia del Zamora. Pero esta vez, dejó escrito un capítulo para el recuerdo, de esos que perdurará para siempre en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de vivirlo en primera persona. Un capitulo que, posiblemente, esté a la altura del que dejó José Luis en aquella eliminatoria frente a la Real Sociedad.

Con esa estirada hacia su lado derecho sobre la línea de meta del Fondo Sur, Fermín Sobrón paso de ser el verdugo de Haro a ser el héroe rojiblanco en la Copa del Rey. Es muy posible que el riojano llegase a este partido “más que perdonado” por todos por su actuación en el play-off, pero si faltaba alguien, ayer se acabó a la fuerza cualquier tipo de rencor. ¿Quién hubiese imaginado, hace cuatro años, que aquel portero tan peculiar que amargó la existencia a los 1.200 rojiblancos en Haro, cuatro años después iba a regalarles uno de los momentos más felices que se han vivido en el Ruta de la Plata? Como decíamos al principio del artículo, el fútbol, en multitud de ocasiones, trae historias que difícilmente serían guiones de los mejores cineastas. Y Fermín ha sido un protagonista inmejorable para un guion inverosímil.

 

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