Cuatro jóvenes aportan su punto de vista acerca de esta lacra social

Óscar González Turiño

Como cada fin de año, multitud de medios ofrecen la abultada cifra de las víctimas de la violencia machista, y es que ésta es una lacra que siempre ha arrastrado la sociedad, y que, desgraciadamente, parece no tener fin. Este 2022 termina con una cifra escalofriante: 49 mujeres han sido asesinadas  por sus parejas o ex parejas y diciembre ha sido el mes más letal, con ocho mujeres muertas y otros cinco casos se encuentran actualmente en investigación.

Cada vez está más claro que la raíz de este problema, y también su posible solución, radica en la educación. Las nuevas generaciones tienen su propia visión de lo que supone la violencia hacia las mujeres por el simple hecho de serlo. Y van más allá, ponen sobre la mesa las posibles soluciones para empezar a ponerle freno.

Alejandro apunta que se han normalizado un gran número de actitudes machistas. Matiza que no es lo mismo llevar a cabo ciertas bromas o actitudes en un entorno de confianza en el cual las mujeres te han otorgado esa cierta potestad, a llevarlas a cabo sin que a ellas les resulten ofensivas, que adoptar esos comportamientos como norma general en entornos en los que puede resultar incómodo e incluso ofensivo para ellas.

Relata que a diario se convive con un gran número de micro machismos, pero se pasan por alto porque es algo que se ha llegado a normalizar y considera que la vía para tratar de erradicar esta lacra es educar a los niños desde la igualdad.

“El miedo a las represalias o que se las pueda tratar de locas es lo que lleva a tantas mujeres a no denunciar”, “las mujeres no confían en la seguridad que pueden tener después de denunciar a su maltratador” concluye.

Pablo Acebes asevera que a diario se hacen comentarios, chistes… con tintes machistas “que para nosotros son normales y no deberían serlo”.

“Recientemente”, añade “he vivido una actitud de machismo y es bastante desagradable, no es normal es que la gente ría ese tipo de gracias”, denuncia.

Pablo considera que cada vez es más común que en los distintos círculos sociales exista cierta concienciación contra este tipo de actitudes y que, precisamente, esa es la vía para acabar con estos comportamientos. “Queda mucho camino por recorrer, pero creo que como sociedad se está avanzando en la dirección correcta, espero que las siguientes generaciones sigan adelante en este proceso de concienciación”.

Pablo también considera positivo el hecho de que se promulguen leyes que ayuden a denunciar toda clase de conductas machistas, pero sostiene que siempre va a haber gente que se aproveche de éstas “como es el caso de los agresores que redujeron su condena con la ley de solo sí es sí”.

Asegura que la vergüenza juega un importante papel a la hora de que muchas mujeres no se decidan a denunciar: “no es fácil dar el paso y que la gente se entere de lo que has pasado porque es algo muy íntimo”. No olvida también señalar que el miedo a todas las posibles reacciones tanto de la sociedad como del agresor hace que la víctima rehúya el hecho de poner punto y final a esa situación.

Pablo Alonso considera que, por suerte, cada vez se escuchan con menos frecuencia comentarios desafortunados referentes a las mujeres, aunque añade que todavía hay ciertas actitudes que suelen quedar impunes. “La gente se suele mostrar muy pasiva cuando ve casos de machismo en personas con las que no tiene relación, hace como si no lo viera”.

Tiene claro cuál es el camino para erradicar los comportamientos violentos hacia las mujeres. “La educación es la única vía para conseguirlo, últimamente se ha legislado en exceso y esa no es la solución”, reprocha. Más aún, sostiene que las últimas leyes que se han desarrollado están “mal enfocadas”.

“Muchas de las víctimas se quedan calladas por la dependencia económica o afectiva que las ata a su agresor” finaliza.

Ernesto del Valle sugiere que no solo las personas con actitudes visiblemente machistas incurren en estos comportamientos, sino que cualquiera puede hacerlo en algún que otro momento porque hay actitudes que con el tiempo hemos ido normalizando y que cada uno de nosotros tenemos interiorizadas. A pesar de ello, se muestra esperanzado porque “las nuevas generaciones” son más propensas a frenar este tipo de actitudes.

Es partidario de que la educación en valores y en igualdad para sensibilizar ante la violencia de género se lleve a cabo desde edades tempranas y confía en que en el futuro los roles de género estarán mucho más deconstruidos y eso facilitará las cosas. “Los niños tienen que aprender que el rosa no es de chicas, que llorar no los hace menos hombres…”.

Ernesto  se muestra favorable a la elaboración de nuevas leyes que traten de frenar esta violencia: “todo aquello que sea poner el foco en cambiar cosas quiere decir que nos estamos dando cuenta de que algo va mal”.

“Por desgracia he tenido que vivir casos de violencia machista, creo que la víctima no es consciente de lo que está sucediendo hasta pasado un tiempo,y cuando logra asimilarlo se siente abrumada, no es fácil salir” sentencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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