FOTO: Casas de turismo rural en Manzanal de los Infantes (Zamora)

La quinta ola ha mermado significativamente la llegada de turistas a la provincia

El turismo rural vive una carrera de obstáculos constante. La pandemia mundial, sumada a la quinta ola que ha levantado de nuevo unas restricciones que parecía que se iban a ir al olvido de una vez por todas, complican la llegada de turistas a una provincia herida de muerte como es la de Zamora.

En mitad de esa incertidumbre, las comarcas de Sanabria y la Carballeda rompen con la tendencia. Allí, atraídos por la naturaleza, la belleza de las edificaciones y por supuesto, el Lago de Sanabria, hacen que “estemos hasta arriba”, como así reconoce Patricia García, presidenta de la Asociación Zamorana de Turismo Rural. Pero, ni mucho menos, ocurre en todas las comarcas.

La evolución de la pandemia en nuestro país hizo presagiar un verano “mejor” en esta ocasión. Y esos presagios no eran infundados. “Hasta el mes de julio, el número de reservas estaba siendo superior al del año pasado”, lo que confirmaba que, efectivamente, la gente estaba volviendo a la dinámica de viajar en periodo vacacional tras un 2020 extraño.

Sin embargo, la quinta ola “nos ha fastidiado bastante”. Ese crecimiento de reservas se truncó ante la explosión de casos positivos que afectó a Castilla y León, y por supuesto, a la provincia de Zamora. El aumento de casos, de brotes y, aunque más lentamente, la ocupación hospitalaria, trajo el regreso de viejas restricciones que entierran al ocio y por ende, afectan de manera irreversible a los planes de aquellos que tenían en mente escaparse unos días de la ciudad.

Fue aproximadamente a partir del 15 de julio cuando la llegada de turistas disminuyó. Ahora solo queda esperar, porque ante tanta duda, es imposible prever la recuperación de los números pre quinta ola. Las restricciones en nuestra comunidad estarán en vigor hasta el día 16 de agosto, pero es imposible saber si después de este día la situación mejorará, ya que “la mayoría de la gente reserva un día o dos antes de venir”, señala García. “Nadie reserva con semanas de antelación, por lo tanto, es imposible saber con qué nos vamos a encontrar en un futuro cercano”.

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