Los movimientos cívicos transfronterizos muestran su preocupación por la minería que de ninguna manera es «verde»

El Movimiento UIVO, que apuesta por una Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica libre de minas y la Plataforma contra el proyecto minero de Calabor han llevado este miércoles sus protestas Braganza para denunciar lo que a su juicio es una “fiebre minera que de ninguna manera es verde”.

La minería verde, una forma de presentar a la minería como supuestamente ecológica o sostenible, “es una falacia” señalan. La palabra de moda “verde” que no existe en la literatura especializada tiene como objetivo hacer “verde” un sector industrial y manipular la opinión pública para desacreditar los movimientos de ciudadanos que defienden sus territorios. Territorios en los que existe un desarrollo basado en el patrimonio natural, con productos endógenos de gran valor y una economía de servicios asociados al medio ambiente y al turismo que no siempre es compatible con los intereses de la explotación de los recursos minerales.

“Las minas a cielo abierto que las grandes multinacionales pretenden instalar en los países periféricos de la UE tienen dimensiones pocas veces vistas en nuestro continente, con impactos evidentes en la biodiversidad, en la economía local, en la salud y bienestar de las poblaciones. La transición energética para hacer frente el cambio climático es el principal argumento de este poderoso sector. Las minas destruyen paisajes, contaminan ríos y aire, matan especies, solo generan riqueza para las multinacionales mineras y dejan pasivos sin resolver en las regiones explotadas. Las áreas periféricas, con menor densidad de población, son presa fácil para el lobby minero. Sin embargo, muchas de estas áreas están protegidas, ya sea por la legislación europea o por el reconocimiento oficial de organismos internacionales que dan fe de su valor. El sector minero habla de minería “verde” para intentar justificar la explotación dentro de las reservas naturales” denuncian desde la plataforma y el Movimiento UIVO.

Si bien se reconoce la necesidad de explotar los recursos minerales, fundamentales para el mantenimiento de muchos aspectos de la vida humana, la estrategia no puede, ni debe basarse en una lógica de explotación a cualquier costo, con impactos muy significativos sobre los valores naturales de los territorios, amenazando la economía local, la salud y el bienestar de la población, con la instalación de pasivos medioambientales de largo plazo que pueden contribuir a la desertificación de estos territorios. El proyecto de instalación de una mina de tungsteno en Calabor, España, es un ejemplo paradigmático.

La mina Calabor pondrá en peligro el desarrollo turístico de una región.

En el límite con el distrito de Bragança, está prevista una mina a cielo abierto de 250 hectáreas de explotación de tungsteno y estaño, a 5 km de la frontera portuguesa, en un espacio contiguo al Parque Natural de Montesinho, el Parque Natural Lago de Sanabria y Sierras Segundera y de Porto y la Sierra de la Culebra, lo que tendría un impacto significativo en la calidad de vida de los habitantes de la Raya, en la economía local y en los parques. Esta mina está planeada en área de Reserva de la Biosfera Transfronteriza Meseta Ibérica y en la Red Natura 2000, clasificaciones reconocidas mundialmente por el valor excepcional de su patrimonio natural. El valor de este territorio clasificado ha orientado toda una estrategia pública de desarrollo social y económico de la región, basada en productos endógenos (miel, castañas y otros), turismo de naturaleza y caza, gestión sostenible de los recursos forestales, conservación de especies vegetales y animales y en la promoción de la investigación científica.

La ejecución del proyecto choca con la preservación de este patrimonio clasificado, con los intereses y derechos de la población y con los intereses medio-ambientales, sociales y económicos, no solo de la región, sino también de toda la península.

La mina prevé el uso de toneladas de dinamita, la construcción de una línea de alta tensión de 10 km y una planta de tratamiento de minerales, el paso diario de decenas de vehículos pesados, el almacenamiento y entierro de residuos peligrosos y la creación de una escombrera en plena Red Natura 2000.

Estas actividades tendrán inevitablemente impactos transfronterizos en el paisaje, la biodiversidad, la calidad del aire y el agua, destruyendo la flora y el hábitat de animales salvajes como ciervos, águilas y zorros, algunos clasificados como amenazados o en peligro de extinción, como el lobo ibérico y el águila real. La contaminación del aire y de ríos como Calabor y Sabor también dañaría la agricultura y la salud de la población que se opone a la mina, en línea con sus representantes políticos locales de Portugal.

Para UIVO y la Plataforma contra el proyecto minero de Calabor, si esta estrategia minera avanza, sin una reflexión seria y una evaluación territorial acerca de lo que realmente se puede explotar de manera sostenible, sin comprometer los valores naturales y culturales de las poblaciones, estaremos vendiendo, por un precio ridículo, la herencia de nuestros descendientes y contribuyendo a la desertificación de estos territorios.

 

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